Un triangulito de sabor
Hace más de 100 años dos hermanos alemanes tuvieron la idea de comercializar sus quesos en forma triangular y venderlos así, en pequeñas porciones. Recién unos 15 años después, Benedikt y Josef Wiedemann, que habían fundado su compañía de quesos y manteca en el sur de Alemania, le dieron a su gran creación el nombre de Adler.
Los quesitos Adler comenzaron a producirse en Argentina en 1959 desde la planta de San Jerónimo, provincia de Santa Fe. Se trataba de quesos fundidos y variedades de queso blando que, debido a que no necesitaba refrigeración, a su pequeño tamaño y a que venía fraccionado, era muy conveniente consumir en picnics, o llevarlo a la escuela o al trabajo.
Durante los años 70, los quesitos Adler llegaron a ser uno de los snacks más consumidos en Argentina. Su sabor estandarte era el fontina, pero también se producían en fontina light, salame, jamón, panceta ahumada, cheddar, queso azul, champignon y gruyere, y tal vez se nos escape alguno.
Algunos memoriosos recordarán alguna de las publicidades televisivas de los dos chicos que, mientras comían los quesos, le decían a la mamá que estaban estudiando matemáticas sumando las partes de los triangulitos, o las canciones que decían “Adler, no puedo vivir sin vos” o “Adler es el sabor”, ninguna de las cuales hubiese ganado un premio a la creatividad, pero que sin duda eran eficaces a la hora de conectar a los consumidores con el producto. ¤