El Papa Francisco visitó Sudamérica. Espíritu de inclusión, solidaridad y respeto a la dignidad humana

Más de 70 periodistas de todo el mundo acompañaron al Papa Francisco durante su segundo viaje por América Latina, que alberga al 40% del catolicismo mundial, visitando Ecuador, Bolivia y Paraguay, continuando así el trabajo pastoral de sus predecesores (Juan Pablo II y Benedicto XVI).
El objetivo de la visita papal fue redescubrir la naturaleza misionaria de la iglesia, de sus discípulos y enaltecer una cultura de vida, con amor y solidaridad en la familia, con dignidad y servicio para con los pobres y marginados del sistema económico y social, misión que yace en el corazón del evangelio. El Papa Francisco sostiene que “la clase media se ha ido achicando y dejando un mundo polarizado entre ricos y pobres”.
Multitudes de creyentes y peregrinos acampados desde el día anterior acordonaron las calles acompañando el trayecto de Francisco, coloreando no sólo el paisaje andino sino la liturgia misma, con ese candor típico de aquellas tierras sureñas del “continente de la esperanza”. Es notable cómo la religión católica está cambiando y las estadísticas lo confirman. En 1970, el 87% de los bolivianos y el 95% de ecuatorianos y paraguayos eran católicos; en el 2015 sólo el 77% de los bolivianos, el 79% de los ecuatorianos y el 90% de los paraguayos son católicos. En Brasil -el país más grande de la región- ha disminuido la afiliación católica del 92% al 61%, de acuerdo con el Centro de Investigación Pew. Aunque tres cuartos de la población boliviana es católica, existen comunidades indígenas en las zonas rurales que están siendo atraídas por otras denominaciones religiosas, como el protestantismo, los evangélicos y los pentecostales. Para muchos nativos bolivianos, el venerar a la Virgen María significa venerar a la Pachamama, la Madre Tierra. En la ciudad de Altos yace una estatua gigante de Jesucristo en una cúspide a más de 4 mil metros sobre el nivel del mar y sin molestar a nadie, y detrás de ese monumento religioso los shamanes realizan sus rituales indígenas con incienso, hierbas andinas y fetos desecados de animales.
Esta realidad no sorprendió al Papa, quien posee un nutrido bagaje de experiencias de cuando era arzobispo de Buenos Aires y más conocido como el “padre villero” por trabajar intensamente con los inmigrantes bolivianos y paraguayos habitantes de esas villas miserias. El Papa Francisco es consciente de este sincretismo que funde las creencias ancestrales tradicionales indígenas con las prácticas de la religión católica.

Redescubriendo América
El Papa, que representa el espíritu católico de la inclusión y el respeto por la dignidad humana, en un lenguaje claro y preciso captó el sentir de aquellos pueblos que aún resienten el proceso posterior al descubrimiento de América. Francisco reconoció y pidió perdón por todo aquel sufrimiento y las injusticias infligidas por las ofensas cometidas por la iglesia en contra de estas comunidades indígenas durante el proceso de la conquista, colonización y evangelización, y enfáticamente dijo que “la iglesia se arrodilla ante Dios e implora el perdón por los pecados cometidos en contra de sus discípulos. El colonialismo dejó un legado de violencia y opresión en las comunidades indígenas”.
El presidente de Bolivia, Evo Morales, dijo en su discurso que “la iglesia fue usada para el dominio y la opresión de esta clase social nativa” y que la visita del Papa significaba el apoyo para la liberación de su gente. El Sumo Pontífice criticó el colonialismo del pasado y del presente “el cual reduce a los países más pobres a ser simplemente los proveedores de las materias primas y la mano de obra barata, lo cual engendra violencia, pobreza y migraciones forzadas con todas las consecuencias nefastas que esto acarrea”, y agregó: “Digamos no a estas formas de colonialismo y apoyemos el encuentro entre la gente y sus culturas; respetemos el ambiente, a sus trabajadores y a sus familias”.
En su visita a Bolivia, el Papa Francisco criticó el sistema económico global por ser una estructura que venera el dinero, promueve la desigualdad, los conflictos militares y la degradación ambiental, y propuso “una globalización de la esperanza que garantice el bienestar y las necesidades de cada uno”.
El Papa ha acusado a las empresas multinacionales de vaciar las reservas naturales de los países más pobres y al capitalismo por promover la exclusión y la desigualdad, conceptos muy comunes pronunciados por los líderes de la extrema izquierda en Sudamérica (los Castro, Maduro, Correa, Morales, y Ortega, entre otros). Además, abogó “por la solidaridad con el trabajador, el nativo, el desempleado, el niño explotado”. “Hay que decir no a las economías de exclusión, desigualdad e indiferencia social y decir sí a una economía con inspiración cristiana que facilite su vivienda, empleo, educación, seguro de salud, acceso a la tecnología, a manifestaciones culturales y artísticas, el deporte y la recreación”, dijo.
La cuestión ambiental y la pobreza
El Papa Francisco seguramente ha  pensado que tendrá que balancear su posición sobre la degradación del ambiente, ya que aun los países más pobres de América Latina están comprometiendo sus recursos naturales por el dinero que reciben y que lo necesitan para reducir la pobreza. En su visita a Ecuador, el Papa celebró misas públicas en Quito y Guayaquil para conmemorar el bicentenario de su independencia, ya que Ecuador fue el primer país latinoamericano en independizarse de España, cuyo pueblo “emergió consciente de la falta de libertad y del abuso de la explotación”. El Papa Francisco dijo en su homilía que “la evangelización no es hacer proselitismo (este es sólo una caricatura del proceso). Evangelizar es atraer y acercar a Dios a todos aquéllos que se sienten marginados, juzgados, condenados, temerosos o indiferentes. El mundo está enfrentado por la violencia de las guerras y es precisamente en este mundo convulsionado que Jesús sabiamente nos ha enviado para que hagamos un trabajo mejor, aceptando el reto de reconstruir la unión del pueblo ecuatoriano.” El Pontífice pidió “el respeto a las diferencias, promover el diálogo y la participación sin exclusiones para extender los beneficios del desarrollo económico a los sectores más pobres y vulnerables”. Según el presidente Correa, “la pobreza se debe a la perversidad del sistema global económico, social y político”.
Parte del pueblo ecuatoriano está disgustado con la administración Correa, quien ha restringido la libertad de prensa y si alguien no repite la “verdad oficial” está expuesto a amenazas peligrosas. Muchos ecuatorianos han protestado públicamente contra el autoritarismo y las encuestas de opinión pública demuestran que el presidente, luego de haber alcanzado un 60% de popularidad, ha bajado a 46%. El presidente de Bolivia está bajo la lupa de la crítica, también, después de que su gobierno aprobó la ley federal de exploración de gas natural en los parques nacionales donde viven una gran mayoría de grupos indígenas.

Multitudes de creyentes y peregrinos acampados desde el día anterior acordonaron las calles acompañando el trayecto de Francisco, coloreando no sólo el paisaje andino sino la liturgia misma.

Grupos opositores han acusado a los presidentes Correa y Morales de mantener regímenes autoritarios, tema bien sabido por el Papa a la hora de priorizar este viaje.
“El ambiente humano y el ambiente natural se deterioran juntos”, expresó el Papa, en alusión a su reciente encíclica “Alabado sea el Señor”, donde destaca que el calentamiento del planeta es debido a la actividad humana.

El Papa Francisco es consciente del sincretismo que funde las creencias ancestrales tradicionales indígenas con las prácticas de la religión católica

En toda su gira por Latinoamérica, tanto en Ecuador como en Bolivia y Paraguay, el Papa exhortó “a generar un cambio contra el status-quo económico y social que promueve la desigualdad, la degradación ambiental y ha mantenido la tercera parte de la población y a millones en otros continentes inmersos en la pobreza”. El Sumo Pontífice también denunció “la persecución ideológica alrededor del mundo, no sólo en el Oriente Medio; en esta Tercera Guerra Mundial una forma de genocidio está ocurriendo y eso debe terminar”, expresó con vehemencia. “Cada trabajador tiene derecho a un ingreso decente, a protección social y a un plan de salud. Cada familia necesita un hogar, ya que la casa, como el trabajo, son derechos sagrados, aunque muchos piensen que yo soy un comunista por hablar así”, expresó enfáticamente.

Hay que tener mucho cuidado de no hacer parecer que la Iglesia Católica se solidariza con estos sistemas de gobierno abusivos, represivos, y autoritarios. Sería importante que el Papa Francisco aclare estos conceptos en sus próximas giras por América del Sur (Cuba en septiembre y Argentina en el 2016).  ¤