El cuchillo del gaucho

El cuchillo del gaucho

Hola amigos, hoy les quiero contar que los gauchos del siglo 18 ya tenían su propio “celular” y de esto me enteré leyendo un libro heredado de mi padre, Voces y Costumbres del Campo Argentino, de Pedro Inchauspe, 1949.

Y aunque parece mentira, los gauchos tenían “teléfono”.
Por ejemplo, cuando los gauchos querían escuchar ruidos lejanos, clavaban su cuchillo en la tierra y aplicaban el oído en el mango e inmediatamente sabían por las vibraciones que le transmitía el cuchillo si venía un jinete solo, una galera, o una tropa. El cuchillo era un auricular cómodo. Pero podían prescindir de él y aplicar el oído directamente en el suelo.
La frecuencia de las peleas entre los gauchos, obligaba a éstos a ejercitarse en el manejo del cuchillo, práctica que iniciaban desde la niñez.
Esa ejercitación, que se hacía a mano limpia, es decir, sin armas, recibía los nombres de “canchar”-hacerse canchero, adquirir baquía en el quite y el ataque- y “vistear” -aguzar la vista. A veces se esgrimían elementos de poco poder ofensivo, como el mango del rebenque, una varita, etc., o se hacía el ejercicio tiznándose la mano derecha o un dedo; el rastro que dejaba el tizne denunciaba, sin lugar a dudas, cada vez que uno de los canchadores era alcanzado por su rival.
Todavía es corriente observar esa costumbre, aunque ahora sólo constituye un mero pasatiempo.
El gaucho culpable de una muerte se veía obligado a “ganar el campo”, a convertirse en un “matrero”, para huir de la justicia. Entre los paisanos, cuando se hablaba de este hombre, no se decía “cometió un crimen,” sino “tuvo una desgracia” o “se desgració”. Una desgracia era, en el lenguaje corriente, matar a un semejante.
Si la “desgracia” se producía de “buena ley”, o sea, peleando lealmente, en “duelo criollo”, el matador podía contar con el respeto y la ayuda de cuantos lo conocían. Por eso, le era fácil conseguir víveres y vicios, y nunca le faltaba un aviso oportuno y un buen caballo para huir, si la policía andaba cerca de los lugares que le servían de refugio.¤

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