La Entrevista del Mes: Ana Deutsch

Ana DeutschDirectora Clínica del Programa para las Víctimas de la Tortura

“Los recuerdos pueden golpear en cualquier momento”

Alguno objetará el poco oportunismo de esta nota, y no es para menos. Después de todo, ¿quién quiere despedir el año hablando de uno de los aspectos más sombríos de la condición humana? Sin embargo, analizando bien los hechos más sobresalientes del año, el tema salta a primera plana. Por otra parte, como bien afirma Ana Deutsch durante la entrevista, a veces es necesario echarle un balde de agua fría a la conciencia universal para que nadie se olvide ni por un día que en el mundo se tortura, y que hay que pisar fuerte como para que la balanza no se incline demasiado hacia el otro lado. Licenciada en Psicología en la Universidad Nacional de Córdoba, Deutsch trabajó durante los años ’60 en el Consejo Provincial del Menor, atendiendo a niños desamparados y en albergues. En 1977, un año después del golpe, se exilió junto a su familia en los Estados Unidos, en donde revalidó sus títulos y realizó una maestría en psicoterapia en la CSUN.
Poco después conoció al médico chileno José Quiroga, también refugiado político y como ella miembro de Amnistía Internacional, y comenzaron a trabajar juntos. Ambos participaron entonces de un importante trabajo sobre los efectos médicos y psicológicos de la tortura, y desde allí comenzaron con el Programa para Víctimas de la Tortura (PTV, por sus siglas en inglés). Es así que esta argentina, hoy definitivamente radicada en Los Angeles, funda el primer programa de su tipo creado en el país, desde el cual atiende a refugiados de todos los rincones del mundo.

¿Cómo define a la tortura? Le hago esta pregunta que de tan básica parece ingenua, porque sucede que a veces los límites no son tan claros...
Esa es una gran pregunta y no tan básica, porque este es el gran debate de hoy. Nosotros utilizamos la definición de las Naciones Unidas, que dice que la tortura es la aplicación de dolor físico y psicológico con el objeto de obtener información o por castigo, y que realiza por lo general una persona de un gobierno o un oficial de ese gobierno. Ahora bien, ¿cuál es el límite para que un castigo físico comience a llamarse tortura? Ese es el gran debate.
¿Las golpizas perpetradas por la Policía de los Angeles en contra de ciudadanos locales, por ejemplo, son consideradas torturas o simples abusos de autoridad?
Bueno, eso se hace para castigar, para someter a alguien que se resiste, o para obtener alguna información acerca de un crimen: eso lo consideramos tortura. Cuando alguien es arrestado por razones políticas o religiosas lo primero que le hacen es darle una golpiza para someterlo, es decir, va escalando hasta convertirse en tortura. En los casos de los arrestos policiales, cuando una persona se resiste al arresto incita a los agentes -que tienen una posición de poder, de fuerza- a utilizar esa fuerza excesiva. A partir de ahí ellos justifican el uso excesivo de la fuerza en situaciones en las que no es necesaria.
Uno generalmente asocia la tortura a métodos en los que el torturador aplica tormentos físicos sobre una víctima inmovilizada, como ser golpes, descargas eléctricas, quemaduras, abuso sexual, etc. Sin embargo el espectro de los actos es mucho más amplio y supera a lo meramente corporal...
Sí, se usa mucho lo que conocemos como tortura psicológica, como por ejemplo las amenazas con castigos a la familia, algo que se ha usado y se usa en muchas partes del mundo. En lugares como Colombia, en donde los secuestros se dan a menudo, la gente empieza por recibir amenazas para que hagan una determinada cosa sino le secuestran a un hijo. Esa gente por lo general se va del país antes de que eso suceda, porque saben que esas amenazas se concretan. Ahora, cuando llegan acá y piden asilo político por esa causa, a veces la amenaza aquí no se considera razón suficiente para otorgar el asilo, lo que es terrible, porque ellos no van a esperar a que el secuestro ocurra. Y es que la aceptación de los casos de asilo político está disminuyendo mucho en los últimos años, lamentablemente, a partir de los hechos del 11 de septiembre del 2001.


Poco después de los atentados a las torres del World Trade Center,
una encuesta revelaba que el 45% de la población estadounidense considera a la tortura un método aceptable, si se aplica “contra terroristas que se niegan a decir lo que saben”


¿El PTV trabaja sólo con víctimas de la tortura institucional, es decir, aquella infligida por fuerzas gubernamentales o paramilitares hacia los ciudadanos de un país?
Sí, aunque casos de tortura privada –digamos, la de un marido que somete a su esposa a toda clase de vejaciones- es también algo muy grave, pero nosotros no tenemos la capacidad para atender esos casos. Nosotros nos dedicamos a los casos de tortura que mencionaba usted, porque no hay muchas organizaciones que atiendan estos casos, y mucho menos gratis. Nosotros no les cobramos a las víctimas por nuestros servicios, sobre todo porque hay que tener en cuenta que la mayoría son indocumentados, no reciben ningún beneficio, a diferencia de gente nacida aquí que puede acudir a un hospital o a un servicio médico.
Muchos expertos dividen a la tortura entre funcional (aquella que se realiza para extraer información o castigar a la víctima) y sádica (la que se aplica por placer o diversión del torturador). Se supone que la primera debe ser la más usual que sufren las personas que atiende el programa, pero esta división me lleva a preguntarme si se puede torturar sin ser sádico.
Yo creo que todos tenemos un aspecto oculto en el que cabe la tortura, que se desarrolla o no. Sartre escribió alguna vez: “Se dice que la tortura es inhumana; sin embargo ocurre sólo entre humanos”. Hay una película clásica de Amnistía Internacional en la que se muestra cómo se forma a un torturador. Muchas veces, para que alguien sea capaz de torturar, recibe un entrenamiento que apela a esos aspectos que usted menciona. Un aspecto humano que a veces algunos lo desarrollan, y que requiere un entrenamiento que los brutaliza, los llena de odio y violencia, más toda la ideología que acompaña a toda esa brutalidad. Pero como dice un documento de Amnistía, la tortura no ocurre porque hay individuos sádicos, sino porque es implementada por aparatos de inteligencia de ciertos gobiernos.
Esto me trae a la memoria algo que escribió Galeano, no recuerdo bien en cuál de sus libros, en donde se pregunta algo así como: Si son enfermos los torturadores, ¿qué decir del sistema que los hace necesarios?
Exacto. La responsabilidad principal recae en quienes permiten o fomentan que eso pase.
Se me ocurren razones políticas, religiosas, étnicas, económicas... pero ¿Cuál es la razón principal por la que se tortura en el mundo?
Como nosotros estamos limitados a tratar a individuos torturados directa o indirectamente por los gobiernos, las causas políticas son las más comunes. Se da mucho también por causas religiosas, en donde la religión se funde con lo político; también por cuestiones étnicas, en donde este tema se transforma en político. Por ejemplo, en Etiopía la cuestión étnica se ve luego de la separación de Eritrea, pero siempre por causas políticas. Ambos eran un mismo país que terminó separándose, y eso los ha llevado a guerras por cuestiones limítrofes. Una persona de Eritrea antes se movía tranquilamente por toda Etiopía, ya que Eritrea era una provincia etíope; luego de la separación, esa persona comenzó a ser perseguida en Etiopía por su origen étnico. Lo mismo sucedió después de la separación de la Unión Soviética; en cada una de las nuevas repúblicas crecieron los sentimientos nacionalistas, pero todo tiene que ver con lo político.


“La tortura fuerza a mentir hasta a los inocentes”
Séneca


Dentro de los Estados Unidos, el Sur de California alberga a la población más numerosa de personas que abandonaron sus países luego de haber sobrevivido a torturas. ¿Alguna razón en particular lleva a esta gente a establecerse aquí?
El Sur de California es un puerto de entrada al país en el que hay muchos grupos étnicos que atraen a su gente. Algunos vienen aquí porque saben que existe una comunidad de gente de sus países que les puede proveer cierto apoyo. Los refugiados llegan por razones de guerras o de conflictos cívicos, políticos o crisis internas y de acuerdo a los estudios que hemos hecho, muchos refugiados han sido torturados, ya que en las zonas de conflicto es normal que eso ocurra. Así que esa es la razón. Por otra parte, parecería ser que el porcentaje de aceptación de los pedidos de asilo político en el Sur de California es mayor que en otras partes del país, y esa información se conoce afuera.
¿Qué tipo de servicios presta el PTV a sus pacientes?
Presta asistencia psicológica, que apunta a aliviar toda la sintomatología que trae el paciente, que suele ser bien severa. Evaluaciones y servicios médicos, que son bien caros en este país y que no se limitan a las consecuencias de la tortura, sino que es integral. A todos se les hace una evaluación médica y si se les encuentra que tienen diabetes, presión alta, problemas de corazón y otros problemas no directamente relacionados con la tortura se los atiende y se los cura. Los servicios médicos se prestan en la Venice Family Clinic, que es la clínica gratis más grande del país, y por un acuerdo que obtuvimos con ellos hace muchos años, nuestros clientes se pueden atender allá y ser derivados a otros hospitales y recibir medicamentos gratis. Además de tratamiento psicológico y médico, proveemos evaluaciones forenses, que son utilizadas como documento de apoyo por los refugiados que piden asilo. También proveemos servicios sociales para ayudarlos a establecerse, a conectarse, a usar el transporte público, a conseguir alojamiento, etc.
¿Cómo se subvenciona el Programa?
Tenemos un subsidio –irónicamente- del gobierno federal, y el Congreso cada dos o tres años debe aprobar los fondos que destinan a estas causas. En el ’97, (el ex presidente) Clinton firmó lo que se llama Torture Relief Act, que autoriza al gobierno federal a entregar un subsidio a los centros en donde se trata a las víctimas de la tortura. También recibimos fondos del Office of the Refugee Ressettlement, del fondo voluntario para centros de tratamiento de tortura de las Naciones Unidas, y de fundaciones locales e individuos amigos del Programa.
¿Se han dado casos de ciudadanos estadounidenses que denuncien torturas en su propio país?
Aquí también se dan casos, se denuncian casos sobre todo en las cárceles; lo que pasa es que cuando eso sucede con ciudadanos de Estados Unidos, por lo general la gente tiene cierto acceso a los servicios médicos, mientras que la gente que viene de afuera no. Entonces nosotros nos enfocamos en los refugiados que no tienen un estatus migratorio definido, o que están más debilitados socialmente para buscar ayuda.
¿Utilizan un método terapéutico determinado para tratar a los pacientes?
En realidad uno tiene que ver qué método le ayuda más al cliente (acá se usa mucho el término cliente, pero a mí no me gusta, ya que los refugiados que acuden a nosotros no son gente enferma, aunque sí a veces presentan síntomas de enfermedad). Y la suya es una muy buena pregunta, porque los métodos de terapia que en general se usan aquí, a veces no pueden aplicarse en gente que viene de otras culturas. Entonces, ese es otro gran debate. Porque muchas veces uno tiende a usar los métodos que ha aprendido en la universidad, pero mucha gente ni siquiera entiende el concepto de lo que es la psicoterapia. Por eso nosotros tenemos que explorar sus “coping mechanisms”, es decir, qué hace cuando se siente sintomático, qué le sirve. Nosotros tenemos que ser muy cuidadosos en ese sentido, sobre todo por la tendencia que hay en este país a recurrir al psiquiatra para que le de la medicina...


Es irónico que los principales asesores sobre métodos de tortura alrededor del mundo sean aquellos a quienes se les paga para cuidar las leyes y los derechos de las personas en sus países: personal de las fuerzas armadas, agentes de servicios secretos, policías –retirados o en actividad- y hasta médicos. Las agencias de derechos humanos denuncian que Gran Bretaña, China, Israel, Francia, Rusia y los Estados Unidos son los principales proveedores de tales “servicios”.


La pastillita...
La pastillita. Y nuestra experiencia nos dice que la pastillita produce unos efectos secundarios tremendos en gente que no tiene el hábito. Aquí se medicalizan los sentimientos, pero en muchas culturas la gente no tiene la costumbre de recurrir a medicación para problemas emocionales, entonces los efectos pueden ser muy bravos. Nuestros médicos están muy alertas a eso.
Sin perder de vista que las víctimas son seres humanos diferentes, que sufren diferentes vejaciones por diferentes motivos e incluso reaccionan de manera diferente, me pregunto ¿cuáles son las secuelas más dramáticas, los traumas más perdurables?
Lo peor son las memorias, los recuerdos que pueden golpear en cualquier momento. Eso es lo más perdurable, que incluso a veces llega en pesadillas y produce trastornos del sueño, lo que es muy perturbador porque a veces la gente no quiere dormir para no tener que pasar por eso. Una vez leí un testimonio en un libro sobre la gente que había permanecido secuestrada en la ESMA y decía: “La tortura es una vez, pero dura toda la vida”. Después hay otras consecuencias: la tortura te cambia la visión del mundo, la confianza hacia los otros, la gente se retrae, se vuelve distante afectivamente.
Supongo que la gran mayoría de los refugiados por esta causa escapan de sus países en situaciones de emergencia, dejando atrás a sus familias, sus pertenencias... todo. ¿Cómo es que rehacen sus vidas desde cero en un país extraño y encima cargando con las secuelas físicas, psíquicas y emocionales de la tortura?
Hay dos maneras de llegar acá: como refugiados o como asilados. Como refugiados, el proceso se hace afuera a través de las Naciones Unidas. Estados Unidos tiene el compromiso de recibir cierto número de refugiados por año. Generalmente los refugiados vienen con sus familias, como los que vinieron de la ex Unión Soviética, Vietnam, Camboya, etc. A ellos se los apoya con servicios públicos como Medical, ayuda para conseguir trabajo, vivienda y cosas así. Eso se implementa en zonas de alto conflicto. Ahora, se da el caso de gente que llega acá a pedir asilo político. El asilado político llega como ilegal, y en general viene solo, porque tiene que salir de urgencia, a escondidas, y recién después de recibir el asilo puede pedir a ciertos miembros de su familia.
A uno le gustaría decir que en Argentina, luego de haber dejado atrás una época de secuestros, asesinatos extrajudiciales, torturas sistemáticas y “desapariciones” durante la dictadura, este problema no existe en la actualidad; sin embargo, se sabe que aún se tortura en las comisarías bonaerenses, se tortura y explota a los chicos de la calle, etc. Por eso no puedo dejar de preguntarle si reciben casos de refugiados argentinos en el Programa.
No, hasta el momento no hemos tenido. Pero en Argentina, luego de que se reabrieron los juicios a los represores ya sabe lo que pasó... es escalofriante y esperemos que lo de los secuestros no se vuelva a repetir. Porque en Argentina no hay un gobierno que esté apoyando o fomentando la tortura...


Los elementos de tortura se producen principalmente en las democracias occidentales, desde donde se venden, a veces incluso a través del Internet, a regímenes represivos del tercer mundo. Sustancias químicas, pistolas paralizantes, suero de la verdad y dispositivos para inmovilizar a las víctimas son algunos de los artículos que la industria de la tortura pone a disposición del consumidor más exigente.


Hablando de gobiernos que apoyan la tortura: la ONU advirtió en un comunicado reciente que “períodos prolongados de detención en secreto pueden facilitar la práctica de la tortura y constituyen en sí mismo una forma de tratamiento cruel”. ¿Cómo toman la posición de la actual administración estadounidense en justificar el secuestro de gente sospechada de tener conexiones con el terrorismo, y “las torturas y tratos inhumanos o degradantes” a los que se los somete en Guantánamo o en cárceles clandestinas del Medio Oriente, según denuncia Amnistía Internacional?
Nosotros proveemos servicios para las víctimas, pero al mismo tiempo formamos parte de una red de centros que quiere tener una voz fuerte en contra de este tipo de cosas. Entonces emitimos comunicados, se hacen congresos, presentaciones, actos de repudio contra todo lo que está pasando, y tratamos de redefinir –como dijimos antes- lo que se considera tortura.
¿Qué otros gobiernos practican o justifican la tortura?
Lo que pasa es que la tortura está prohibida a nivel internacional, aunque hay lugares en donde se la apoya. Fíjese que aquí la presente administración justifica la tortura en nombre de la lucha contra el terrorismo. Israel, por su parte, tiene una historia de enfrentamientos con el terrorismo, y ellos tenían leyes que facilitaban –aunque no lo decían directamente- la aplicación de técnicas de interrogación que llevaban a la tortura. Hace dos o tres años tuvieron que modificarlas por las acusaciones que empezaron a haber y porque obviamente no les funcionó, porque no se liberaron del terrorismo y terminaron envueltos en las mismas cosas que ellos le reprochaban a los otros. La tortura no se justifica nunca. El hecho de que Estados Unidos esté abiertamente justificando la tortura no tiene precedentes. Todo lo que esta gente está sufriendo en Guantánamo y en las cárceles secretas que pueda haber en Afganistán o en Irak es tremendo, inconcebible. No es una novedad que Estados Unidos apoye secretamente la tortura, porque se conoce la aplicación de torturas por agentes de la CIA en el extranjero, por eso hoy en día hay una lucha, por ejemplo, por cerrar la Escuela de las Américas en donde se entrena en técnicas de interrogación que incluye el uso de violencia.
Poniendo el tema en perspectiva histórica: ¿ha progresado la humanidad hacia la abolición total de la tortura –al menos de la institucional- o por el contrario, estamos peor?
Yo tengo una perspectiva pesimista, y coincido con lo segundo. Después de la Segunda Guerra Mundial, del holocausto, hubo una especie de resurgimiento de la conciencia en la humanidad, de reparación y trabajo para evitar que sucedan esas cosas horribles otra vez. Pero continuaron pronto las guerras, las masacres. Casi enseguida estuvo Argelia, un escándalo mundial para los franceses. Vino Ruanda, ahora Irak... no sé, es difícil. El escándalo que Estados Unidos está provocando mundialmente en apoyar el uso de la tortura es un gran retroceso y es muy preocupante. Ahora, esto refuerza la oposición acá y en Europa y en otras partes del mundo. Porque también hay que poner las cosas en una balanza y ver que hay una conciencia en el mundo, un número cada vez más grande de organizaciones de derechos humanos; Amnistía es una voz mundial cada vez más grande, como Human Rights Watch y otras organizaciones muy fuertes. Hay gobiernos que han sufrido dictaduras y hoy tienen secretarías de Derechos Humanos. Por eso digo que es muy difícil evaluarlo. Ø


Program for Torture Victims
3655 S. Grand Ave., Suite 290
Los Angeles, CA 90007
(213) 747 – 4944
www.ptvla.org

Programa de Voluntarios
El Programa para las Víctimas de la Tortura acepta voluntarios para colaborar en la asistencia a sus pacientes. Se puede ayudar trabajando directamente con ellos, en tareas administrativas en la oficina del PTV o aportando sus conocimientos y servicios.

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