Ser madre es una actitud virtuosa

Los archivos de la historia de la humanidad reafirman la preeminencia del hombre como el escritor de temas femeninos tan importantes como la maternidad. En el Siglo XXI surge la tendencia del empoderamiento de la mujer y es ella quien describe
su rol de madre en una sociedad de mercado donde su esplendor aparecía como obnubilado.

Es la historia de las madres, la historia de la vida misma con sus alegrías y sus desafíos a través de los tiempos.
Es la historia de la generosidad, la empatía, el sacrificio y el desvelo.
Es la historia de cada mujer que amamanta a sus hijos, quien deja de lado sus intereses personales para dedicarse a cuidarlos, para nutrirlos física y emocionalmente, ocuparse de su higiene personal diaria, su salud, sus vacunas, su sueño a horario y cuánto más.
En “Mother is a Verb”, la escritora Sarah Knott, profesora de Historia de la Universidad de Indiana, compila la vida con sus retos y alegrías de madres abnegadas a lo largo de la historia, con anécdotas centenarias donde se vislumbra “el heroico quehacer de toda madre, el que a veces se ignora por considerarlo biológico, natural o rutinario”. ¿Cómo supieron aquellas pioneras mujeres que iban a ser madres cuando no existía tecnología alguna para detectarlo? En aquellos días, la mujer sólo confiaba en las señales inconfundibles de su cuerpo, como una falta menstrual, y ni pensar si estaba anémica, ya que controles de laboratorios eran escasos. Entonces cundía la superstición y la voz de los agoreros tuvo su espacio.
En los albores de la América Colonial, la mujer que no había tenido un hijo era considerada como “maldecida” o con características de embrujada. Durante la esclavitud, la infertilidad de la mujer estaba asociada con la posibilidad de ser vendida como esclava.
En la curva de la evolución, el genoma humano influencia la creación de sistemas sociales y la familia constituye su primera célula. El filósofo Aristóteles nos definía como seres gregarios y que para persistir el grupo debe auto-nutrirse. La escala de Maslow reafirma que lo primero es satisfacer las necesidades básicas (alimento, abrigo, vivienda, seguridad) las cuales van sustentándose con otras necesidades más complejas y necesarias para la subsistencia como la amistad, la solidaridad, y la cooperación.

La madre que no sale a trabajar y se queda en su casa para cuidar a sus hijos
El valor capital-humano de nuestra sociedad moderna (mujeres solteras, profesionales y ambiciosas) tiende a ignorar/subestimar a ese vigoroso grupo de mujeres casadas/madres que no tienen un trabajo “de 9 a 5” y prefieren estar en sus hogares cuidando a sus hijos. Estas mujeres son madres las 24 horas entregando su tiempo, su amor, su dedicación y trabajo en pos de la educación y formación de sus hijos. Algunas de estas mujeres fueron exitosas profesionales antes de casarse y tener hijos; sin embargo, prefirieron quedarse en casa para criar y educar personalmente a sus hijos, ya que su familia es lo más importante para ellas, para consolidar las bases para una sólida formación y equilibrio emocional. En su hogar ellas son “madres presentes”. Estas mujeres entregan a su familia su prime-time, su atención incondicional y su libertad para compartir los juegos y la exploración de la naturaleza, actividades que nutren y ayudan a modelar el desarrollo plástico neuronal del cerebro infantil.
La sociedad debe reconocer esta labor full-time de las madres que crían a sus hijos en casa, ya que optaron por el más beneficioso escalafón no asalariado y de ser “la jefa” de su propia familia.
Debo sin embargo reconocer también a la madre que trabaja fuera de casa y carga en su corazón la nostalgia de sus hijos.

La Mujer que no tuvo hijos pero tiene una actitud maternal “sui generis”
Últimamente, soy voluntaria en el colegio de mi nieta Kiley y cuán feliz me siento de poder servir a la comunidad escolar donde llegué a conocer y valorar a tanta gente, y especialmente el quehacer de Sister Loise Anne, quien además de su tarea administrativa provee todo ese confort espiritual no sólo a los alumnos cuando acuden a su oficina a pedir “una curita” sino a toda persona que interactúa con ella. Así, yo descubrí que esta hermana espiritual posee todo ese caudal de motherhood, el cual ella lo dispensa con una actitud de benevolencia que irradia paz interior. Cuando celebramos el día de la Madre, yo le dije: “Happy Mother's Day, Sister!” Y ella me respondió: “Thank you, Gladis, but I am not a mother”. Yo sentí la congoja de la injusticia semántica y comprendí que ser madre tiene connotaciones significativas más allá del aporte biológico. Ser madre, es una actitud de bonanza maternal. Es el conjuro de los más bellos atributos espirituales del amor, la empatía, la generosidad, el sacrificio, la solidaridad, la ternura y cuanto más aflore en su alma.
¿Cuántas personas conocemos que por razones de la vida no dieron a luz un hijo pero que su dedicada vida comunitaria las distingue con esas cualidades? ¡Ellas poseen el corazón de madre! La Madre Teresa glorifica mi aserción.
Propongo este paradigma, el de incluir en la próxima celebración del Día de la Madre a todas las grandes mujeres que se entregan con alma y vida al cuidado y servicio de niños, alumnos, adultos y enfermos y plasman todo su amor y ternura al servicio humanitario de la comunidad, con esa loable actitud maternal. Ellas verbalizan el ser Madre. ¤