DESAVENIENCIAS EN LA PRIMERA JUNTA

Los adversarios de Mariano Moreno concebían incorporar a los representantes del Interior a la Junta, en calidad de vocales. Con esto darían satisfacción a Cornelio Saavedra, desprestigiarían al Secretario y aplazarían la reunión de un Congreso. Pretendían que el movimiento revolucionario siguiera sin definirse, a la espera de los sucesos que agitaban a España. Al no reunirse el Congreso, no se podía dictar una Constitución ni tampoco romper definitivamente los vínculos políticos con la Península. A mediados de diciembre de 1810 ya se conocía el nombramiento de catorce diputados, nueve de los cuales ya se hallaban en Buenos Aires. Uno de ellos, el Deán Gregorio Funes, nombrado por Córdoba, se solidarizó con Saavedra, porque ambos entendían que Moreno se adelantaba a los sucesos, en una postura que podía perjudicar a la Revolución.
Hay que destacar que la facción de Saavedra estaba integrada por gente de edad madura, que aconsejaban una conducta prudente y por lo tanto veían con desagrado las reformas que surgían de la incansable actividad del Secretario Moreno. Así, por ejemplo, un decreto del 3 de diciembre de 1810 estableciendo que sólo podían ocupar nuevos empleos los nacidos en esta tierra, fue atizando el descontento. Pero lo que más lo hizo acentuar fue lo que resultó del banquete del 5 de diciembre en el cuartel de Patricios. El mismo tuvo lugar para festejar la victoria obtenida por las fuerzas patriotas en Suipacha y en homenaje a Cornelio Saavedra. Los asistentes fueron numerosos y sólo se permitía la entrada a los que vestían el uniforme militar, o bien civiles conocidos como saavedristas. Moreno trató de asistir sin demostrar su identidad y el centinela, al no reconocerlo, se negó a dejarlo entrar. En el transcurso de la reunión, el capitán Atanasio Duarte, seguramente excitado por la bebida, colocó en la cabeza de la esposa de Saavedra una corona y dirigiéndose a éste, brindó, diciendo “Viva el emperador de América”.
Enterado de todo esto, Moreno redactó el decreto de supresión de honores, dejando sin efecto lo dispuesto por el Reglamento del 28 de mayo que otorgaba al Presidente de la Junta honores similares a los que se daban a los virreyes. El decreto, redactado por el Secretario, disponía la absoluta igualdad entre todos los miembros de la Junta, sin más diferencia que el orden de los asientos. Además prohibía al Presidente o a su esposa recibir honores individuales y sólo se permitirían homenajes a la Junta en pleno.
En cuanto al capitán Atanasio Duarte se lo condenaba a muerte, pero debido a su estado de ebriedad se conmutaba la pena por el destierro perpetuo, porque se decía en el decreto que “Ningún habitante de Buenos Aires, ni ebrio ni dormido, debía tener expresiones contra la libertad de su país”.
Además estableció que todo decreto emanado de la Junta, tendría validez con un mínimo de cuatro firmas y la de uno de los Secretarios.
Al día siguiente, el 6 de diciembre, Moreno llevó el decreto al propio Saavedra, quien los firmó evidentemente afectado.
En cuanto al punto de los diputados provinciales, Moreno consideraba que debían dictar una Constitución y por lo tanto reunirse como Congreso, y establecer en ella un Gobierno sólido y permanente. En conformidad con esto, se oponía junto a sus partidarios a que se incorporaran a un Gobierno Provisorio. Lo manifestó en varios artículos publicados en La Gaceta desde el 1 de noviembre al 6 de diciembre, refrendados posteriormente con el título: “Sobre las miras del Congreso que acaba de convocarse y Constitución del Estado”.
En esto no tuvo éxito la postura de Moreno, porque a consecuencia del decreto del 6 de diciembre, censurado por la opinión opositora a él, Deán Funes propuso a Saavedra la incorporación de los diputados a la Junta como vocales. Así, en la sesión del 18 de diciembre, la Junta en pleno recibió a los nueve diputados y en nombre de ellos habló el Deán Funes.
Sostuvo que Buenos Aires no tenía títulos legítimos para elegir por si sola a gobernadores y que a la Junta no se le presentaba otro remedio más legal, seguro y equitativo que la asociación de los diputados como vocales. Y agregó que el Gobierno no contaba con la confianza pública y entones era necesario reparar esta quiebra con la incorporación de los diputados que los mismos descontentos reclamaban. En principio, los vocales se mostraron contrarios, basándose en que el propósito de los diputados debía ser integrar un Congreso y no el de incorporarse a la Junta, que era un organismo provisorio. Para terminar con la cuestión se dispuso efectuar una votación conjunta, es decir, los vocales, que eran cuatro por ausencia de Manuel Belgrano y Juan José Castelli, y los nueve diputados. Catorce lo hicieron a favor de la incorporación y sólo Moreno y Paso se opusieron. Los nueve diputados del interior eran: Gregorio Funes por Córdoba; Simón García del Cossio por Corrientes; Francisco de Gurruchaga por Salta, Manuel Ignacio Molina por Mendoza; José Antonio Olmos de Aguilera por Catamarca; Juan Francisco de Tarragona por Santa Fe; Manuel Felipe Molina por Tucumán; Julián Pérez por Tarija y Juan Ignacio Gorriti por Jujuy.
Saavedra dio su voto afirmativo basado en la conveniencia pública y en el mismo sentido lo hicieron Alberti y Matheu. Por su parte, Larrea y Azcuénaga lo hicieron argumentando la unidad política. Moreno fundamentó su voto basándose en que la incorporación era contraria al derecho y al bien general del Estado.
Con esta incorporación se constituyó un nuevo organismo provisorio conocido como Junta Grande. Dice el historiador Dr. Enrique Ravignani que a partir de ese momento surgió un nuevo elemento político: el factor Provincia. Comenzó por tener la consistencia de una facción para convertirse en partido, que gravitará de una manera singular en la contextura del Estado Argentino. ©