LA ENTREVISTA DEL MES: Fernando Pino Solanas

Pino Solanas“Un cine que golpea y emociona e incita a la reflexión”
Desde el comienzo mismo de su carrera, Pino Solanas edificó su fama de “rompe moldes”; a lo largo de sus más de cuatro décadas de trabajo, este director nacido en la ciudad de Olivos, Buenos Aires, se dedicó a fusionar géneros, a rescatar la identidad nacional del cine, a incursionar en lo testimonial sin perder de vista la belleza de la imagen. Con la sensibilidad de un poeta, ha sabido como pocos penetrar en la sordidez de las miserias sociales para rescatar valores humanos en donde otros ni siquiera se han vuelto a mirar.
Las frustraciones y esperanzas, hazañas y fracasos argentinos encuentran eco en muchos de los pueblos del mundo, particularmente los latinoamericanos. Es que los “nadies” son nadies aquí y allá y las alternativas para cambiar una realidad que lastima son en muchos casos las mismas en uno y otro lado. Y la mayor ambición de Solanas como director de cine parece ser esa: la de identificar el origen de la injusticia social (“Cientos de veces me he preguntado cómo es posible que en un país tan rico la pobreza y el hambre alcanzaran tal magnitud”), analizar sus causas, generar debate y examinar los métodos de la resistencia popular.
En su primer largometraje, “La hora de los hornos” (1968), Solanas se propuso romper con los esquemas estéticos y narrativos heredados del cine de Hollywood: la película fue filmada clandestinamente en 16 mm y sin sonido durante la dictadura de Onganía, presentada con enorme éxito en la Europa del Mayo Francés, y pudo ser estrenada en Argentina recién en 1973. Hoy “La hora de los hornos” es considerada un pilar del Cine de la Liberación y una de las joyas de la cinematografía argentina.
Antes de volcarse al cine, Solanas estudió abogacía y letras; a comienzos de los 60 egresó del Conservatorio Nacional de Arte Dramático y empezó a trabajar como guionista de historietas y compositor de música para jingles publicitarios, tarea en la que alcanzó una gran notoriedad. Tras el restablecimiento democrático –había estado exiliado durante la última dictadura- produjo sus dos películas más valiosas desde el punto de vista estético, técnico y artístico: “El Exilio de Gardel” (1985) y “Sur” (1988). Le siguieron “El Viaje” (1992) y “La Nube” (1998). Tras la crisis del 2001, Solanas regresó al cine testimonial con los documentales “Memoria del saqueo” y “La Dignidad de los nadies”.
Como respuesta al “genocidio social” y el saqueo de los recursos naturales del país llevado a cabo a partir del menemismo, Pino Solanas fundó el MORENO (Movimiento por la Recuperación de la Energía Nacional Orientadora), un grupo desde el cual trabaja con la idea de reconstruir la conciencia energética nacional, porque “quien no conoce lo que le pertenece, su valor y posibilidades, mal puede defenderlo”.
Dentro de su compañía Cinesur, en la ciudad bonaerense de Olivos, Pino trabaja en sus próximos dos documentales y nos atiende durante el almuerzo, horas antes de viajar a España para presentar un adelanto de “Argentina Latente”, la tercera de una serie de cinco películas (las anteriores fueron “Memoria del saqueo” y “La Dignidad de los Nadies”) temáticamente relacionadas, testimonios de tragedias contemporáneas, “pequeñas victorias y hazañas cotidianas de los nadies, alternativas y propuestas solidarias que demuestran que este mundo puede ser cambiado”.

Con casi 4 décadas de distancia entre unos y otros, ¿qué conexión encontrás hoy entre los protagonistas de la resistencia social de “La Hora de los Hornos” y los de “La Dignidad de los Nadies”?
Bueno, los hechos que se sucedieron durante la crisis de 2001 y 2002 me sacaron a la calle para filmar todo lo que estaba pasando, y así tomé conciencia que era bueno hacer memoria contra el olvido y dar respuestas sobre lo que sucedía. Mucha gente, sobre todo los jóvenes, no entendían lo que estaba pasando, cómo un país tan rico podía estar sufriendo una crisis de desnutrición y de hambre como la que se estaba dando. Todo eso me llevó a darme cuenta de que era el momento de retomar lo que había iniciado 35 años antes con “La hora de los hornos”. Entonces retomé aquel modelo de cine-ensayo, dividido en capítulos, un cine que golpea y emociona e incita a la reflexión. Esa dialéctica entre la emoción, el drama y la reflexión me llevó a montar unas cinco o seis veces a “Memoria del saqueo”, no sólo para hacer una síntesis sino también para encontrarle el equilibrio. “La Dignidad de los nadies”, la película que complementa a “Memoria del saqueo”, es una película que yo filmé enteramente con una pequeñísima cámara. Es una película distinta, son cuentos, ya no es un análisis aunque hay tres crónicas que van relatando los acontecimientos históricos, es una sucesión de cuentos, historias reales contadas por sus protagonistas. En esos cuentos utilizo todo tipo de procedimientos: no se puede hablar de documental, sino de cine de fusión. No sabés adonde comienza la ficción y adonde el cuento, la puesta en escena.
“Argentina Latente”, la película sobre la que estás trabajando en la actualidad ¿viene a continuar temáticamente lo que comenzó con “Memoria del Saqueo” y “La Dignidad de los Nadies”?
Sí, ahora la estoy terminando. Con el tiempo comprendí que no se podía incluir en una misma película todo lo que quería contar, así que hice una serie que es una saga sobre la Argentina, desde la crisis hasta la reconstrucción. “Argentina Latente” es la tercera, estoy llevando un avance al Festival de Valladolid, en donde se va a realizar una muestra especial. El año pasado “La Dignidad de los Nadies” ganó allí el premio. Ahora en el Festival se va a presentar un avance de esta película que no está terminada en su edición, pero que ya está montada, así que voy a mostrar unos minutos en Valladolid.
¿Tenías idea en su momento que “La Hora...” iba a resultar un film tan emblemático del cine de la liberación, tan simbólico de lo que terminó siendo “el Tercer Cine”?
No, La Hora de los Hornos fue un ensayo, un cine de investigación que tenía como objetivo exponer un tema, como lo hace un ensayo sociológico, económico o político, que plantea un tema y lo analiza.
Examinando tu filmografía se me ocurrió que también cubriste todo un proceso de la historia contemporánea argentina con una serie que empieza con “El exilio de Gardel” (sobre los exiliados argentinos en Europa), sigue con “Sur” (el retorno al país una vez reinstaurada la democracia) y termina con “El Viaje” (ya con Menem en el gobierno y la decepción de los jóvenes con el país que pudo haber sido y no fue)...
Sí, aunque en realidad termina con “La Nube”, de 1998. “El Viaje” y “La Nube” son dos películas situadas en los años ’90, durante el período “grotético”, una mezcla de grotesco y patético que corresponde a la náusea de Menem.
En los últimos tres o cuatro años se han presentado varios documentales enfocados más o menos en lo que fue y lo que provocó el saqueo del país desde la dictadura, pasando por la década menemista y que continúa en cierta medida aún hoy –pienso en “Sol de Noche”, de Aliverti; en “Deuda”, de Lanata; en tus “Memoria” y “La Dignidad”. ¿Qué impacto real tiene en la ciudadanía este tipo de cine documental, en términos de repercusión social de los temas que trata?
Mirá, el problema grande del cine argentino no es la producción; en la producción sigue habiendo una gran creatividad. El problema sigue siendo la exhibición. No hay donde pasar la películas, a pesar de que hay un enorme público para el cine social. Pero el espectador se sienta en el cine y le importa un rábano cómo hiciste tu película; lo que busca es algo que le interese y lo atrape. Si no le interesa, si no le revela realidades, un mundo visual con personajes y temáticas que lo atrapen, se va de la sala. El espectador exige además que le hagas una película, no que le cuentes un libro o le leas sobre un tema: va al cine para ver películas. Ahora, falta organizar el circuito, que la gente sepa que en ese tipo de salas se exhiben ese tipo de películas. Después, el cine documental tiene un gran espacio en el DVD, pero la falta de control hace que el DVD se transforme en una piratería absoluta. Se editan mil DVD’s y a partir de allí, de cada uno te hacen diez copias, así que no vendés más, porque directamente te lo roban. Pero te repito que el principal inconveniente es que el cine independiente, el cine de autor, el cine joven o el del documental, no tiene salas para exhibirse ni presupuesto para mantener la publicidad. Este cine, entonces, apunta a estrenar en un par de salas y poder difundirse de boca en boca y que la película se vaya conociendo. Pero como no hay salas para exhibirlas...
¿No dio los resultados esperados el proyecto de los Espacios INCAA?
No, el Instituto del Cine comenzó con eso pero hoy está muy en crisis. Se ha perdido la sala Tita Merello; las salas del Gaumont no están arregladas y tanto la proyección como el sonido son pésimos, y esa es la principal sala de estreno que tiene el cine argentino. Es decir, cuando acá se estrenan unas dos películas argentinas por semana, y el Gaumont tiene sólo tres salas... ¿Qué hacés? Aunque cumplas con la media, igual le tenés que dar espacio al que viene atrás. Ese es el gran drama que el Instituto de Cine debe resolver invirtiendo, como prioridad, en la creación de un circuito de salas propias, comprando salas. De pronto el Instituto gasta 6 ó 7 millones de pesos al año en el Festival de Mar del Plata y en el de Pinamar, cuando con ese dinero uno podría holgadamente comprar un par de salas por año.
Más allá de lo estrictamente cinematográfico y ahora entrando en el terreno político: habiendo trabajado desde adentro del Congreso durante tu período como legislador nacional ¿considerás que hay diputados y senadores que trabajan por combatir y revertir la degradación institucional, el vaciamiento financiero, la recuperación de los recursos naturales del país, etc.?
Siempre hay en el Parlamento figuras dignas, fieles al mandato que le dieron los ciudadanos y que no van a levantar la mano de acuerdo a la orden que les viene del Gobierno o del jefe del partido. Yo en “Memoria del saqueo” les llamo los “levantamanos” a esos legisladores que nunca los escuchás hablar, sino que reciben la orden de cuándo levantar la mano. Pero en general el Congreso está muy degradado.
Hace unos años fundaste el MORENO con la intención de propulsar la recuperación de los recursos energéticos nacionales y alertar sobre el vaciamiento que en este caso se viene dando en Argentina. ¿Por qué, en un país saqueado por todos los rincones, vos elegiste enfocarte particularmente en los recursos naturales?
Porque los recursos genuinos con que cuentan los pueblos para fomentar su independencia, su desarrollo, su bienestar, son los recursos minerales, petroleros, sus mares y sus tierras. Y fijate vos que en la Argentina los recursos petroleros y mineros han sido concesionados y el país recibe poco y nada. En toda América Latina es el país que recibe menos regalías por petróleo, y como si fuera poco, todo esto se realiza con métodos de saqueo por parte de los privados y de abandono por parte del Estado. El Estado no controla la extracción, o sea que no sabe cuántos recursos extraen las compañías petroleras y mineras. Estas corporaciones hacen una declaración jurada cada mes en las que declaran cuánto se llevaron. ¡Esto es un escándalo inadmisible! ¡Cómo si vos dejaras entrar a la gente a retirar dinero de los bancos públicos y a fin de mes les pidas una declaración jurada para que te digan cuánto se llevaron!
En años pasados, cuando YPF era una empresa estatal, se perforaban cerca de 100 pozos al año para buscar nuevas fuentes de petróleo; a partir de las privatizaciones, el número bajó a alrededor de 25 o menos. Las empresas se limitaron entonces a bombear y llevarse el petróleo al exterior. A pesar de todo esto, de la falta de inversión, de las multimillonarias ganancias, el actual gobierno acaba de entregarle una nueva concesión a Repsol para explorar y eventualmente explotar las reservas de hidrocarburos de la plataforma marítima, todo sin siquiera llamar a licitación...
Es un hecho lamentable, que ahonda más el desprestigio del Congreso. Anteayer en el Senado se acaba de votar lo que ya se había aprobado en Diputados, que es ese proyecto de ley del Poder Ejecutivo que le da grandes beneficios fiscales a las compañías petroleras, para que hagan lo que no hicieron, lo que se habían comprometido hacer antes de las privatizaciones, que es salir a perforar nuevos pozos y reponer las reservas que extraían y exportaban. En consecuencia, las reservas argentinas bajaron de 30 años a 8, y en su desesperación, al gobierno no se le ocurre mejor idea que beneficiar aún más a estas petroleras que fue el sector que más ganó en la Argentina desde hace 15 años. Las petroleras producen el barril a 5 dólares y lo venden a 60, y encima ¿tienen que recibir beneficios extra? Esto demuestra el enorme fracaso que fueron las privatizaciones del sector energético y de los combustibles en Argentina. Hoy tenemos una muy seria crisis de energía porque las empresas privatizadas no cumplieron con lo que se habían comprometido y el gobierno de Menem –y el de Kirchner también- dejó en manos de lo privado el encarar la provisión energética del país. Reponer energía no se hace de un día para el otro. Construir una represa o conseguir nuevas fuentes petroleras lleva meses o incluso años.
En la década del ’90 se había instalado en la ciudadanía la idea de que privatizar las empresas públicas era indispensable para el progreso del país y entrar a la modernidad, al “Primer Mundo”...
Lo que pasó en la década del ’90 derribó los mitos de las privatizaciones. Scalabrini Ortiz, en los años ’30, ya había demostrado que las famosas inversiones del capital privado inglés no eran tales. El demostró científicamente que en realidad los ingleses traían un 15 ó 20% del capital: el resto eran créditos y subsidios otorgados por los gobiernos nacionales o provinciales o acciones que se lanzaban al mercado interno. Igual pasó en la década del 90 con los procesos de privatización: ninguna de las privatizadas trajo más del 20% del dinero que se había comprometido. El resto lo pusieron los usuarios con los aumentos de tarifas. Todo esto está debidamente probado.
Partiendo del punto que la Argentina está gobernada por una casta política tan indecente como la empresarial, y que el control del ciudadano sobre sus representantes es cada vez más endeble: ¿renacionalizar empresas privatizadas es una opción?
Es un tema complejo. No hay que nacionalizar porque sí, como una acción ideológica. Hay que volver a las empresas públicas para darle mejor servicio al consumidor, y para eso todavía este país necesita pasar por un gran debate público. Ningún gobierno ha convocado a un gran debate público en el que participen universidades, técnicos, organizaciones sociales y vecinales, sindicatos y partidos políticos para analizar y debatir cómo fueron las viejas empresas públicas en manos del Estado, cómo son ahora luego de las privatizaciones, y cómo deben ser para que estas nuevas empresas no tengan los vicios ni de una ni de la otra. Yo soy de los que piensan que se debe avanzar hacia un modelo de fuerte participación de los usuarios y consumidores en el control, un modelo de gestión de empresas públicas en el que participen tanto los funcionarios del gobierno como los trabajadores y los usuarios.
¿Cómo te sentís hoy, qué sensaciones te despierta a vos que fuiste uno de los militantes de ese peronismo de la nacionalización de la riqueza, de la independencia económica, de los derechos laborales, el hecho de que, desde el reestablecimiento democrático, el peronismo ha gobernado con políticas neoliberales, ha entregado la economía a intereses extranjeros, y ha creado una casta de dirigentes que se dedican, cada uno desde su puesto, a saquear la riqueza del país?
El peronismo fue un movimiento nacional y popular que provocó una gran transformación de la Argentina y dejó la mayor avanzada social que tuvo este país y el mayor proceso de industrialización. Pensá que durante la época de Perón se crea Gas del Estado, que llegó a ser la tercera mayor empresa de gas del mundo. En cuanto a la aviación, Argentina fue el primer país que hizo volar un avión jet en el hemisferio sur y fue el sexto país del mundo en tener tecnología propia para hacer volar aviones supersónicos. Durante el gobierno de Perón se crea la Comisión Nacional de Energía Atómica, y por eso hoy nuestro país es el primer productor de reactores para la investigación científica en todo el mundo y acaba de instalarle un reactor a Australia ganando una licitación internacional. Todo aquello quedó en el pasado. Los que vinieron se colocaron la camiseta de Perón y Evita y fue una burla impresionante, porque hicieron exactamente todo lo que proponían los enemigos de Perón. Es un escándalo cómo traicionaron todos aquellos postulados de desarrollo autónomo, de soberanía política, independencia económica y justicia social. Más allá de todas las causas fallidas, el de Perón y Evita fue el gobierno que durante el Siglo XX más fomentó el progreso en Argentina. Ahora, de aquello no quedó nada. La mayoría de éstos que ahora siguen nombrando a Perón y a Evita son una farsa, un carnaval de traidores, hipócritas y farsantes. Los que llegaron con Menem, después con Duhalde y buena parte de los que están con la camiseta peronista en el gobierno de Kirchner, no tienen nada de peronistas. Siguen siendo neoliberales...


¿Podés adelantar de qué tratan las otras dos películas sobre la que estás trabajando actualmente?

Una se llama “Los hombres que están solos y esperan”. Esta película trata sobre los servicios públicos, en particular el tren, y hace una evocación por vía de la ficción de Raúl Scalabrini Ortiz, que fue el gran estudioso del ferrocarril y los servicios públicos en la Argentina. La peculiaridad que tiene esta película es que hay 30 minutos de ficción, recreando a Raúl Scalabrini Ortiz interpretado por Lorenzo Quinteros.
La otra película de la serie será “La Tierra Sublevada”, que se enfocará en el asunto de la tierra en la Argentina: los pueblos originarios que siguen reclamando, los latifundios, la extranjerización de la tierra, etc. Estaré terminando “Argentina Latente” a fin de enero o febrero y calculo que “Los Hombres que están solos y esperan” estará lista unos tres meses después.


FILMOGRAFIA
La hora de los hornos (1968)
Los hijos de fierro (1975)
La mirada de los otros (1980)
El exilio de Gardel (1985)
Sur (1988)
El viaje (1992)
La nube (1998)
Memoria del saqueo (2004)
La dignidad de los nadies (2005)

EN PREPARACION:
Argentina Latente
Los hombres que están solos y esperan
La tierra sublevada Ø

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