La ansiedad infantil

Un mal emocional que puede llevar a los niños a la depresión, las drogas, o el suicidio

“When we feel content and centered inside, everything we do is more effective, efficient and satisfying” Deepak Chopra

La ansiedad es una emoción humana y parece ser una parte típica del crecimiento. Desde la infancia (temor a la oscuridad, escenas fantasmagóricas) y a través de la adolescencia (la exclusión de compañeros) y juventud, el estar un poquito nervioso, asustadizo o inquieto ante lo desconocido, o la proximidad de una evaluación, nos parece apropiado y quizá necesario como una herramienta motivacional de estudio. Pero, ¿qué dicen los expertos?

La ansiedad –definida por el Diccionario y la Enciclopedia Médica, Edición Vigésima, 2005- “es un sentimiento indefinido de incomodidad, aprehensión causada por una anticipación de peligro, que posibilita a la persona a tomar medidas para resolverlo”. Los síntomas más comunes son la disconformidad frecuente al enfrentar sus responsabilidades, irritabilidad, fatiga, y dificultad para concentrarse. “La ansiedad se torna un desorden (anxiety disorder syndrome) cuando afecta negativamente el funcionamiento normal de una persona”.

“Un sentimiento indefinido de incomodidad, aprehensión causada por una anticipación de peligro, que posibilita a la persona a tomar medidas para resolverlo”

A un niño, la ansiedad podría afectarle su deseo de ir a la escuela o en su ímpetu de buscar amigos, y esto mismo causarle una cadena de estrés.

La edad más vulnerable
Investigadores en psicología y psiquiatría han reportado en The Journal of the American Academy of Child and Adolescent Psychiatry que “las niñas en Estados Unidos constituyen el grupo demográfico más vulnerable a este desorden y que un tercio de esta población sufrirá el impacto de la ansiedad durante su adolescencia. La edad de 11 años pareciera ser “the median age of onset for anxiety disorder” y los 30 “the median age for mood disorders- such as depression”, de acuerdo con un estudio siquiátrico paralelo publicado en el 2005 en The Archives of General Psychiatry.

Los síntomas
La ansiedad es considerada una “condición mental disfuncional que incluye pánico, fobia y la conducta obsesiva y compulsiva del stress postraumático”, conductas que interfieren significativamente con el funcionamiento normal de la persona. Los síntomas más comunes son la irritabilidad, la fatiga, la disconformidad frecuente con sus responsabilidades en el estudio, sus obligaciones personales (aseo, organización, higiene) llegar tarde a la escuela, al trabajo y la dificultad para concentrarse.

“Los niños con ansiedad disfuncional generalmente tienen pocos amigos y sienten que son menos populares, queridos y aceptados que sus compañeros”

Categorías
El desorden de ansiedad ha sido diferenciado en tres categorías:
-Ansiedad por la separación de un ser vital: la persona percibe que algo terrible podría ocurrirle.
-Ansiedad social: temor a interactuar con sus compañeros en la escuela, fiestas, parque.
-Ansiedad generalizada: la más difícil de enfocar, ya que se manifiesta con permanentes quejas y protestas, las que requieren de frecuentes explicaciones conciliatorias y de refuerzos, especialmente en los niños, en lo concerniente al cumplimiento de sus tareas.
Los padres, en su deseo de proteger a sus hijos cargados de ansiedad, tratan de aislarlos de la causa original de ese estrés emocional, conducta que los expertos desaprueban, ya que al hacerlo los niños pierden oportunidades para aprender y desarrollar importantes habilidades para construir la confianza, y la seguridad necesaria para enfrentar con valentía estos retos.

Los padres y la genética como factor de ansiedad
Los padres de niños con comportamientos de ansiedad, a través de su propio comportamiento (excesivo control, supervisión y falta de autonomía) podrían mejorar o empeorar esta condición disfuncional, aseguran los investigadores. La genética también juega un rol importante, ya que en los resultados de los estudios de mellizos publicados en The Clinical Psychology Review (2007) se encontró que “los genes transmitidos por sus padres son los responsables entre un 30% y un 40% del riesgo de este desorden de ansiedad”.
“Es difícil medir el impacto de la crianza de los niños en el desarrollo o mantenimiento de la ansiedad infantil”, afirman los psicólogos en su actitud de no culpar a los progenitores por la ansiedad disfuncional de sus hijos. Debido a que la mayoría de sus investigaciones está basada en la observación, los científicos no pueden asignar niños a ciertos padres para que reciban cierto tipo de educación, ya que podría causar daños irreparables, asegura el Jefe del Programa de Investigaciones del Instituto de Salud Mental, psicólogo Daniel Pine.

Causas
La ansiedad puede afectar profundamente al niño durante su desarrollo. The BMC Public Health Journal publicó los resultados de un estudio en una escuela primaria donde participaron 478 estudiantes y se dedujo que “la ansiedad de ellos estaba relacionada con el bajo rendimiento escolar y sus bajas calificaciones”. En otro estudio paralelo publicado en el 2011 en The Journal of Anxiety Disorders, 140 niños cuyas edades oscilaban entre 8 y 14 años, fueron diagnosticados con ansiedad disfuncional y se estableció que ellos habían sido objeto de bullying recientemente.
Investigaciones posteriores aseguran que “estos niños con ansiedad disfuncional generalmente tienen pocos amigos y sienten que son menos populares, queridos y aceptados que sus compañeros”. Psicólogos y psiquiatras nos advierten que un niño con ansiedad disfuncional es más vulnerable a sufrir otros problemas como depresión, adicción a las drogas y aún pensar en el suicidio.

El tratamiento
Existen tratamientos profesionales muy efectivos que incluyen terapia, medicación o la combinación de ambos.
Hay que eliminar los agentes estresantes y para ello se recomienda un ambiente estimulante, calmo y amigable para controlar el progreso y la reducción de la ansiedad, disminuyendo los sentimientos de soledad, inestabilidad y melancolía. Se enfatiza en las necesidades del paciente para que exprese sus emociones, sentimientos y preocupaciones, reforzando su realidad si ésta ha sido distorsionada.
Los padres son los más indicados para ayudar a sus hijos que sufren de ansiedad. Ellos deben generar ciertos cambios en sus propias conductas para estimular la reducción o la inexistencia de la ansiedad en su hijo. Los expertos recomiendan a los padres dormir en la misma habitación del niño que tenga ansiedad por la separación de un ser querido y a responder a cuanta pregunta les haga y que cumplan un rol prominente en sus vidas.
La doctora Anne Marie Albano, de la Universidad de Columbia en NY, experta en ansiedad disfuncional dice que “los padres deben tener un enfoque más realista y constructivo y usar las técnicas de meditación y relajación para la reestructuración cognitiva en la reinterpretación de los pensamientos catastróficos cargados de ansiedad acerca de la ansiedad de sus hijos”.
Jill Ehrenreich May, psicóloga de la Universidad de Miami, Florida, ha desarrollado tratamientos para reducir la ansiedad infantil y les enseña a los padres el alcance y la magnitud del comportamiento problemático de ellos que refuerza la ansiedad disfuncional en sus hijos. Además de la sobreprotección y del excesivo control sobre sus hijos, la crítica constante y tóxica y la inconsistencia de su comportamiento (no hace lo que pregona) contribuyen a que su hijo “evite” y no confronte con tolerancia las situaciones causales de su ansiedad.

Durante la terapia cognitiva del comportamiento (CBT) los niños con ansiedad disfuncional deben enfrentar cada situación que les haya causado ansiedad y aprender a tolerar con paciencia cada sentimiento o emoción que los haga sentir incómodos

“Hay que eliminar los agentes estresantes y para ello se recomienda un ambiente estimulante, calmo, amigable para controlar el progreso y la reducción de la ansiedad, disminuyendo los sentimientos de soledad, inestabilidad y melancolía”

Estudios complementarios registraron que alrededor del 70% de los niños sometidos a este tratamiento terapéutico sienten la disminución de los síntomas y un mejoramiento significativo en el manejo y control de sus emociones.
Si su hijo muestra estos síntomas, busque ayuda profesional inmediatamente. ¤