En principio no existía el agua. Primero la Tierra, luego las plantas y los animales. Iloj, el creador, había puesto el agua y los peces en los troncos del samohú o palo borracho, que por esa razón ostentaba el tronco ventrudo que hoy sigue teniendo, aunque ya no aprisiona el líquido elemento.
Un día Takjuaj, que era un ser iluminado por Iloj, aunque también un demonio bueno, se acercó al samohú y le abrió el vientre de un hachazo. Simultáneamente se abrieron todos los palos borrachos y el agua salió de ellos haciendo caprichosos zigs zags y corriendo alocadamente por los campos, llevando los peces en su correntada.
La corriente formó los cauces y quedaron hechos los ríos. Los primeros fueron el Teuco (cuya continuación es el Bermejo), y el Pilcomayo. Los demás se formaron de ellos.
Takjuaj, al ver su obra se horrorizó, y salió corriendo, perseguido por las aguas hasta que se perdió entre ellas.
Los vericuetos de los ríos no son otra cosa que el camino que las aguas hicieron en persecución de Takjuaj. Este, según los relatos, se habría convertido en Sichilaj, el actual genio de las aguas de los matacos.. ¤