Una publicidad de jabón marcó un antes y un después en la extensa carrera artística de la hoy veterana conductora televisiva Susana Giménez.
El sonido de su chicharra era inconfundible: de grave a agudo, y de agudo a grave.
Así como por mucho tiempo –y en algunos casos, hasta el día de hoy- llamamos curita a un apósito esterilizado, o Magiclick a un encendedor, o Siempre Libre a una toalla sanitaria femenina, la marca Pelopincho llegó a convertirse en sustantivo para denominar a las piletas de jardín.
Para el “Perdidos” de este mes nos remontamos medio siglo atrás.
Cuando el calor acosaba a los durmientes por las noches de verano, las ventanas abiertas invitaban al paso de los mosquitos, con su insoportable zumbido y temibles picaduras.
Pesadilla de los choferes que debían cortarlos sin apartar la vista del tráfico y de barrenderos que intentaban derrotar al viento en su intento por recolectarlos en los tachos de basura, el boleto de colectivo era el comprobante de pago de los usuarios de ese medio de transporte en todo el país durante buena parte del Siglo 20.