El otro genio tanguero del avant-garde
A menudo los genios desestiman las críticas de los tradicionalistas y eligen su propio camino; muchas veces pasan años, o hasta generaciones enteras hasta ser reconocidos por el mainstream. Astor Piazzolla, en su momento, fue impiadosamente criticado por desviarse de las estrictas reglas del tango y expandir el mundo del dos por cuatro. Ese mismo destino siguió Horacio Salgán.
Pianista excelso, compositor y director de orquesta, Salgán fue más porteño que el Obelisco. Nació un 15 de junio de 1916 en el barrio del Abasto, y como tantos otros grandes, comenzó sus estudios musicales de muy chico, a los 6 años de edad. Aunque llevó siempre el tango en la sangre, ya de chico despuntó el gusto por lo ecléctico; el pibe del Abasto abrió sus oídos a la música clásica, al jazz, a la bossa nova…
Su primer gran trabajo lo realizó nada menos que junto a Roberto Firpo, con quien luego formaría el Cuarteto de la Guardia Vieja, curioso nombre para quien luego incursionaría en lo más innovador del género.
En su larga carrera llegó a tocar con los bandoneonistas Ernesto Baffa y Leopoldo Federico, el guitarrista Ubaldo De Lío, y varias de las mejores voces del tango, desde Roberto Goyeneche hasta Edmundo Rivero, entre tantos otros.
Algunas de sus más famosas composiciones fueron Entre tango y tango, Del 1 al 5, Grillito, y A fuego lento.
Salgán fue reconocido en el 2005 con el Premio Konex de Diamante, uno de los máximos galardones que se le otorgan a los artistas en Argentina.
Este grande del tango falleció el 19 de agosto del 2016 en Buenos Aires, dos meses después de cumplir el centenario de vida. ¤