A propósito de Noé y otros mitos

noeLa siguiente nota, que surgió luego de leer la de Rodolfo Spadano, Noe: la historia del arca, no tiene por intención de refutarla, sino complementarla y ayudar a descubrir las respuestas a las preguntas que la nota propone.
Tanto a Noe como a otros personajes mitológicos, no son tan fáciles de entender ni de explicar. Los mitos son construcciones que se van legando de generación en generación y el estudio de cada proceso de construcción da para varias notas, por no decir libros. Muchas veces se da el caso de que los personajes mitológicos no fueron reales, aunque posiblemente, el contexto histórico donde se desarrollan sus epopeyas sí reflejan un periodo histórico real.
Los mitos hablan más de la sociedad o comunidad que los creó, que de los personajes mismos como entes históricos. Como ejemplo, diré que no se sabe si la Guerra de Troya ocurrió o si fue tal como la relató Homero, pero es indudable que hubo un conflicto entre los aqueos y los troyanos y que La Ilíada no es más que el reflejo de un período histórico real, pero con personajes mitológicos como actores, sin contar la actuación tras bambalinas de los dioses participantes de esta guerra, que decidían la suerte de cada héroe.

¿Qué es un mito?
Se denomina “mito” al relato de un hecho fabuloso que se supone acontecido en un pasado remoto, sin que se pueda precisar su ubicación exacta en el tiempo. Un mito puede referirse a grandes hechos que con frecuencia se consideran el fundamento y el origen histórico de una comunidad o de toda la especie humana.
Me parece que la construcción de un mito es mucho más compleja que el simple juego que yo conocía como “teléfono descompuesto” y que aparentemente los ejecutivos juegan con el nombre más sofisticado de “Mensaje a García”. En el legado de generación en generación se va deformando el mito, sin que las generaciones más antiguas puedan refutar a las modernas, o corregir en el error voluntario o involuntario al que incurren. La ventaja de los que quieren hacerle llevar el mensaje a García es la contemporaneidad de los participantes, que comparten el mismo tiempo y espacio, amén de las nuevas tecnologías que pueden corregir en minutos el error. Aunque el mensaje llegue deformado, todos tienen la posibilidad al instante de escuchar al primer participante que emitió el mensaje y reírnos todos juntos al escuchar el mensaje final.


“Los mitos hablan más de la sociedad o
comunidad que los creó, que de los
personajes mismos como entes históricos”


En el caso de los mitos, como bien señala Spadano, se transmitían de boca en boca, y muchas veces las tergiversaciones podían ser adrede, con un fin moralizante o para imponer un dogma, acomodaban los hechos a la doctrina que quería enseñarse.
Me gustaría aclarar que jamás recurriría a Hollywood para confirmar o documentarme sobre algún hecho mitológico, y mucho menos religioso. En primer lugar porque Hollywood está más preocupado en que compremos un vaso de pochochos cada vez más grande que en revelarnos alguna verdad arqueológica o histórica. Muchas veces, y no digo que sea siempre con mala intención, acomodan los hechos lo más convenientemente posible a un guión para lograr un efecto en el público, y muchas veces tergiversan los hechos tal como se suponen que ocurrieron.
Volviendo a los mitos, son el eco de hechos antiguos, y hay que estudiar puntualmente cada uno para ver  cómo es su evolución a través de las generaciones. En La Biblia, en sus primeros pasajes, se nota que sus relatos son previos a la escritura, por lo tanto a la historia, son muy difíciles de fechar y los descubrimientos arqueológicos nos aproximan a la verdad que apenas se vislumbra en los relatos. Relatos que muchas veces fueron tomados de religiones anteriores. Los hebreos, por ejemplo, en sus largos cautiverios tanto en Egipto como Babilonia, fueron influenciados por las respectivas religiones, del mismo modo que ellos mismos influenciarían más tarde a la religión cristiana, la que heredó los mitos hebreos relatados en el Génesis. Y nombro sólo el Génesis porque es ahí donde está el relato de Noé.
El problema de los mitos es que cuando devienen verdad revelada, “palabra de Dios”, se vuelven parte de la religión y ya no se los puede discutir, so pena de ser tildados de herejes. Si yo le preguntara a los lectores si consideran personajes mitológicos a Hércules, Ulises, Teseo, Aquiles, Rómulo y Remo o el rey Arturo, por nombrar solo algunos, no dudarían en decirme que sí. No ocurriría lo mismo si les preguntara por Noé, Matusalén, Jonás, Sansón, Abraham, Jacob, Adán y Eva, y otros. Y ni hablar si le sugeriría que Jesucristo es un mito o por lo menos que está rodeado de elementos mitológicos, como por ejemplo su fecha de nacimiento, el 25 de diciembre, fecha que se conmemoraba en Roma mucho antes que la secta judía nazarena asomara por la gran metrópolis.


“Un mito puede referirse a grandes hechos
que con frecuencia se consideran el
fundamento y el origen histórico de una
comunidad o de toda la especie humana”


El hecho de que un mito se repita en varias regiones y religiones, no nos da veracidad sobre la existencia real del personaje en cuestión; más bien nos habla de la fuerza que tenía ese mito en la antigüedad para que cada comunidad lo quisiera hacer propio y rodearlo de las tradiciones y los héroes de su cultura, amén de que el dios de cada región es el que protege al héroe, como Jehová en el caso de Noé.
Hay por lo menos cuatro leyendas europeas similares, trece asiáticas, nueve australianas y de Oceanía, y siete americanas. La duración del diluvio va de cinco días a los cincuenta y dos años de los aztecas. Con esto podríamos inferir que el diluvio existió de verdad; lo que quedaría por demostrar o en realidad deberían demostrarlo los geólogos, es si los cataclismos descriptos fueron simultáneos o hablan de distintos diluvios, y si fueron simultáneos posiblemente haya regiones en que fue más benevolente que en otras.
Con esto quizá encontremos la respuesta a la pregunta de Rodolfo de si hubo negros en el arca. Yo creo que no, como tampoco había amarillos ni pieles rojas y que cada uno sobrevivió de distintas maneras según sus tradiciones. Nosotros, que vivimos en una sociedad judeocristiana, nos inclinamos a creer que la de Noé es la verdadera, pero no hay que desconocer que hay otros relatos.
Lo que quedaría por responder es si los hechos ocurrieron tal como los relata La Biblia, y aquí nos metemos en un terreno más pantanoso. De todos modos, creo que el relato es más poético que real y pensar distinto sería como pensar que los mitos y leyendas americanas con que mes a mes nos deleita Oscar Márquez en El Suplemento fueran reales y los pueblos originarios americanos tomaran como real la conversión de una doncella en flor o un mancebo en pájaro.
¿Noé era Utnapishtim?
O viceversa. La similitud entre los dos héroes, el hebreo y el babilónico, son notables. El relato del segundo se encuentra en los poemas de Gilgamesh, hombre muy preocupado en encontrar la inmortalidad, quien se encuentra con Utnapishtim en la desembocadura de un río, cuando éste ya ha obtenido el don de no morir nunca luego de haber escapado de un fabuloso diluvio desencadenado por orden del dios de las aguas, Ea. Las similitudes de ambos relatos son tan notables que uno podría pensar o que se trata de la misma persona, o ser mal pensado y suponer que un relato es el plagio del otro. Conviene resaltar que los relatos no son contemporáneos, sino que el poema de Gilgamesh es anterior a La Biblia.


“El problema de los mitos es cuando devienen
verdad revelada, “palabra de Dios”, se vuelven
parte de la religión y ya no se los puede
discutir, so pena de ser tildados de herejes”


En cuanto a por qué los evangelistas toman al pie de la letra los hechos de La Biblia, o la misma Sarah Palin lo hace, o por qué los cristianos se basan sólo en el Nuevo Testamento y relegan el Antiguo a un segundo plano, creo que podría ser el tema de otra nota... si la extensión de la presente no los aburrió. ¤

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