Emblema gaucho
Amigos lectores, como les prometí en mi artículo anterior cuando les hablé del malambo, hoy les cuento sobre las boleadoras, esos emblemas gauchos que muchos que fuimos bailarines usamos para bailar y hacer shows.
Pero esta es la verdadera historia de las boleadoras, contada en el libro “Voces y Costumbres del Campo Argentino”, de Pedro Inchauspe, amigo de mi papá, e impreso en 1949.
Las Boleadoras
Las boleadoras, usadas primitivamente por los indios, fueron en manos de los gauchos un arma formidable y un elemento de trabajo utilísimo. Se componen de dos o tres bolas, de piedra u otra sustancia pesada, retobadas
-forradas de cuero fresco, sin curtir- y sujetas por ramales de cuero retorcido o tientos trenzados; estos ramales suelen medir, más o menos, dos metros de longitud total.
El gaucho llamaba “las tres Marías” a las boleadoras de tres bolas que le servían como arma y para bolear potros. Unas veces las llevaba atadas a la cintura, y otras a “los tientos”, en el borrén delantero del lomillo o cabecera de los bastos.
Las boleadoras de dos bolas son más livianas y se usaban para bolear avestruces, gamas, y guanacos; por eso se las llamaba “avestruceras” o “ñanduceras”, pues el avestruz americano, entre otros nombres, recibe el de “ñandú”.
Hoy las boleadoras se llevan únicamente como adorno tradicional de un buen apero criollo. El hombre de campo actual ni los necesita, ni sabría usarlas con la habilidad del indio o del gaucho.¤