La mayoría de los lectores reaccionarán al título de esta nota preguntándose: “¿El boleto qué?”
Sin embargo, hoy recordamos a un objeto que, más allá de su enigmático nombre, la mayoría de los que peinamos algunas canas lo tuvimos a diario en el bolsillo a la hora de abordar un tren.
Antes de que la tecnología creara la tarjeta Sube, los pasajeros de trenes argentinos compraban en la boletería de las estaciones esos boletos de cartón y forma rectangular que indicaban de dónde y hasta dónde habían pagado su pasaje. Por lo general, al igual que los antiguos boletos de colectivo, se los imprimía en dos o más colores para facilitarle al “guarda” del tren su identificación.
El nombre proviene de su inventor, Thomas Edmonson, y fueron utilizados originalmente en los ferrocarriles británicos desde 1840, hasta su expansión a varios ferrocarriles del mundo en el siglo 20. En Argentina, se los utilizó hasta mediados de los 90, cuando se disolvió Ferrocarriles Argentinos.
Hoy en día, los boletos Edmonson son objetos de colección y nostalgia.¤