Nadie ni nada escapa a la contaminación global

Vivimos en un mundo pequeño
La vida cotidiana del siglo XXI es totalmente atípica, porque en estos tiempos el mundo se encuentra más interconectado que nunca. En ningún otro período de la historia los seres humanos estuvimos más relacionados. Y entonces, ya no nos es posible, como antaño, desentendernos de lo que sucede en otros continentes, regiones o países.
Hoy día padecemos o disfrutamos lo que ocurre a nuestro alrededor y en el resto del mundo. Quizás sea por eso que, desde el punto de vista ambiental, términos referidos a lugares “muy lejanos”, “remotos”, “exóticos” u “olvidados de la mano de Dios” son, literalmente, obsoletos.
La fotografía tomada en la navidad de 1968 por Bill Anders, uno de los astronautas de la misión Apolo 8, mostró que todos los seres vivos habitamos un solo lugar. Por primera vez en la historia de la humanidad, hablar de “el planeta azul” (como lo calificara Frank Bormann, otro de los astronautas de la Apolo 8) adquiría un verdadero sentido. 
Como ahora el mundo es un pañuelo, en California se respira el smog generado en China.
Antes de analizar este fenómeno, consecuencia de la globalización, primero sería conveniente recordar algunos conceptos, ideas y términos de la ciencia y del saber popular, referidos a la contaminación ambiental y, especialmente, a la “lejanía” de China.

El “smog de Los Angeles”
A mediados del siglo pasado, los científicos descubrieron un nuevo tipo de contaminación atmosférica, que era generada por el uso masivo de automóviles.
Como ese fenómeno se detectó por primera vez en centros urbanos de California, los científicos lo denominaron “smog fotoquímico” o “smog de Los Angeles”.
Dado que esa contaminación provocaba serios problemas de salud, las autoridades obligaron a las fábricas de automóviles a introducir modificaciones en motores y escapes. De esta forma se pudo reducir la contaminación atmosférica y los riesgos para la salud de los seres humanos, animales y vegetación. Lo más importante de este hecho fue que una contaminación “local” se pudo solucionar “localmente”, algo que en estos momentos resulta imposible.

El “síndrome de China”
Popularmente se conoce como “Síndrome de China” a la idea, totalmente errónea y absurda, de que el material fundido de un reactor nuclear, fuera de control, podría hundirse en la corteza terrestre y salir del otro lado del planeta. En un lugar “muy, muy lejano, remoto y exótico… como China”.
Ni siquiera hace falta mencionar que ese fenómeno es físicamente imposible. Los científicos opinan que un núcleo radiactivo nunca se hundiría más de 20 metros, y si por milagro el material nuclear pudiera llegar hasta el centro de la tierra, allí se detendría definitivamente, porque para continuar su camino hacia el “lejano” país oriental debería tener “propulsión propia” para lograr vencer la fuerza de gravedad.
Hace poco tiempo, científicos de todo el mundo empezaron a detectar que la contaminación es un fenómeno global, planetario e imposible de controlar, ya que, por sus características trasnacionales, escapa a cualquier tipo de control local o regional.
En julio del año 2006, especialistas en medio ambiente analizaron la composición de las partículas contaminantes que se respiraban en la ciudad de Los Angeles. Fue entonces cuando descubrieron algo increíble: que en ciertos días y bajo ciertas circunstancias, hasta el 25% del smog que se respira en California es “importado” de fábricas de la lejana y exótica Asia y más precisamente China. Partículas de polvo, hollín y un sinfín de contaminantes asiáticos llegan a las costas de California en nubes de color marrón y de proporciones gigantescas, y lo inquietante es que estas nubes, cargadas de insalubridad, atraviesan el Océano Pacífico en poco tiempo. A veces en menos de tres días.

Un futuro gris
El Banco Asiático de Desarrollo (BAD) pronosticó que durante este año se espera un rápido crecimiento en la República Popular de China, India y la República de Corea.
Cabe destacar que estos tres países producen el 66% de los ingresos regionales de Asia.
Por eso, puede afirmarse, sin caer en pronósticos apocalípticos, que la contaminación “importada” desde China en particular, y de Asia en general, afectará cada vez más los problemas de salud y condiciones de vida de los californianos. Veamos.
Asia está atravesando un ciclo de expansión económica excepcional y por lo tanto, cada día habrá más fábricas, más autos y más contaminación… que terminarán respirando los habitantes del “Estado Dorado”. Además, China se convirtió en el segundo mayor mercado mundial de automóviles nuevos durante el año 2006, siendo superado únicamente por los Estados Unidos.
El año pasado, en el gigante asiático se vendieron siete millones doscientas mil unidades (7.200.000), según datos de la Asociación de Fabricantes de Automóviles de China. Esto representa algo así como 19.726 autos nuevos, por día, en todo el país.
Pero eso no es todo: las fábricas, acerías y centrales eléctricas chinas se encuentran entre las más contaminantes del planeta. Algo que no es de extrañar porque China es el mayor productor y consumidor de carbón del mundo.
Lamentablemente para los californianos. †